Las motillas fueron los primeros asentamientos de La Mancha (España) pertenecientes a la Edad del Bronce Medio, y vinculados al Bronce de la cultura de Levante.

Se trataba de colinas hechas por el hombre sobre las que se colocan asentamientos fortificados. Su altura suele ser de entre cuatro y cinco metros y las motillas están separadas entre sí por una distancia de cuatro a cinco kilómetros. Su construcción comenzó hacia el 2200 a.C. y se utilizaron durante unos 1000 años.

La Motilla del Azuer es la única que se puede visitar. Se encuentra en Daimiel y es una construcción compleja con varios muros, pasillos tortuosos, y un gran patio donde se ubica un pozo recientemente descubierto y excavado. Posiblemente se trataba de una estructura de refugio y defensa, no preparada para ser utilizada como vivienda durante largos periodos. La foto muestra el pozo desde la torre central.

Motilla del Azuer

Ángel M. Felicísimo

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Su uso comenzó en el momento del evento de 4,2 kiloaños. Fueron necesarios como consecuencia de la severa aridificación que afectó a esta amplia área geográfica. También se utilizaron como centro de control de los recursos agrícolas. Ya no se utilizaron después del final de la civilización argaria.

Recientemente, los arqueólogos han sugerido que estas estructuras están relacionadas principalmente con la gestión del agua y la producción agrícola:

“Motilla del Azuer contiene el pozo más antiguo conocido de la Península Ibérica y los arqueólogos sospechan que los recintos amurallados se utilizaron para proteger y gestionar el sustento de las personas que vivían en el asentamiento: para asegurar el agua del pozo, para almacenar y procesar cereales a gran escala, para mantener ocasionalmente el ganado y para producir cerámica y otros artefactos domésticos”.


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